Ruta de la sidra
La sidra es una bebida alcohólica fabricada con el jugo fermentado de la manzana o de la pera. Su nombre procede del hebreo y significa “bebida embriagadora”. Su historia en tierras asturianas se remonta al siglo I a.C., cuando el historiador griego Estrabón afirmó que se destilaba ante la escasez existente del vino de uva. Entre los pueblos atlánticos fue venerada y se la consideraba la bebida de héroes y semidioses.
En este viaje por comarcas astures descubriremos los lugares y las leyendas que rodean a este tradicional néctar, comenzando por el interior montañoso y acercándonos cada vez más al preciosismo de la costa y sus pueblos.
No podemos hablar de una ruta de la sidra sin incluir al concejo de Nava (1), donde encontramos el Museo de la Sidra (2), un lugar que pertenece a la red de museos etnográficos de Asturias. Este espacio abarca todo el proceso de creación de la sidra, desde el cultivo de la manzana hasta el embotellado, pasando por el prensado y el fermentado. Además de famosas bodegas, en la proclamada “villa de la sidra” dedican, cada julio, festividades al espumante caldo asturiano, como concursos de escanciadores u otro que elige la mejor sidra del año. Por si esto fuera poco, el concejo de Nava reúne varios atractivos de interés turístico como monasterios, iglesias y palacios.
Sin embargo, la capital de la manzana está considerada en el concejo de Villaviciosa (3), parada obligada por ser una de las grandes villas sidreras de Asturias. En su casco urbano se erige la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva, así como varios palacios y sidrerías históricas aún en funcionamiento, como la de El Gaitero. Hileras de árboles cargados de manzanos ocupan los alrededores de la ciudad.
Llegamos a Gijón (4) para comenzar un recorrido que dibuja la costa del principado hacia el este. En Cimadevilla (5), un antiguo barrio de pescadores, se despliegan concurridos bares de tapas y sidrerías por sus callejuelas y plazoletas con vistas al mar Cantábrico.
La pequeña Tazones (6) es un encantador enclave desde el que se puede contemplar la desembocadura de la ría de Villaviciosa y el mar Cantábrico mientras se disfruta de la cocina marinera. Este pueblo está formado por dos barrios dispuestos de forma escalonada entre dos grandes peñas que se entrega a uno de los 18 puertos pesqueros de Asturias y que destaca por su gran actividad económica.
En Colunga (7) encontramos otro concejo fértil en manzanas y sidrerías. Su patrimonio lo componen tradicionales casonas asturianas de vivos colores, iglesias y palacios, miradores con vistas de altura y villas marineras que no han perdido su encanto a pesar de la incursión del turismo.
Finalmente, en Lastres (8) nos entregamos a una de las villas más bonitas de esta ruta y del litoral asturiano. Sus estrechas y enrevesadas callejuelas flanqueadas por casas se desparraman por una ladera que desciende en pendiente hasta el puerto, y entre las que se esconden tradicionales espacios donde disfrutar de la sidra y la cocina típica.